El Hombre de la Máscara de Hierro: La sombra inmortal que aún ronda París


En la ciudad que ha visto nacer revoluciones y caer imperios, hay una figura que aún despierta susurros entre historiadores y amantes del misterio: el Hombre de la Máscara de Hierro. Aunque su leyenda se asocia más comúnmente a la Bastilla y a las cárceles del sur de Francia, pocos saben que el último eco físico de este enigma se halla en el corazón mismo de París.

En los Archivos Nacionales, en el Marais, descansa un conjunto de documentos cifrados, cartas escritas con tinta ferrosa y márgenes quemados, que se cree pertenecen a Louis XIV o a su círculo más íntimo. En uno de ellos, descubierto apenas en 2015 por el historiador Paul Sonnino, aparece un nombre que había permanecido oculto: Eustache Dauger, posiblemente el verdadero nombre del prisionero enmascarado que fue trasladado a la Bastilla en 1698… bajo condiciones excepcionales.

El misterio no radica solo en su identidad —aún debatida— sino en las medidas que lo rodearon: custodiado siempre por el mismo carcelero, obligado a llevar una máscara (según algunos, de terciopelo, no de hierro), y prohibido terminantemente de hablar con nadie. ¿Qué sabía ese hombre? ¿Por qué su rostro debía permanecer oculto incluso en la muerte?

En 1703, su tumba fue registrada en la parroquia de Saint-Paul, pero muchos aseguran que su cuerpo jamás fue mostrado. Y aquí, en París, todavía hay quienes aseguran que en ciertos túneles bajo el Marais —restringidos al público— quedan marcas de su encierro.

Voltaire, Dumas, incluso el cine han reimaginado su historia, pero la verdad sigue enterrada bajo capas de silencio y censura. ¿Era un hermano ilegítimo del Rey Sol? ¿Un traidor de sangre real? ¿O simplemente un peón atrapado en el juego de sombras del absolutismo?

Como sucede a menudo en París, el misterio no muere: simplemente se transforma en leyenda.